El pasado sábado 16 de septiembre, como no podía ser de otra manera, el Coro participó en una jornada muy especial para todos los hermanos, la peregrinación extraordinaria hacia el santuario de Ntra. Sra. de la Cinta, Patrona de Huelva, con la que se devolvía y recordaba la visita que hiciera hace veinticinco años con motivo de su coronación a los rocieros de Huelva. Momentos cargados de una inmensa emoción, vivencias choqueras por los cuatro costados que nos dan toda la fuerza para empezar un nuevo curso bajo su protección.
Dios Te Salve, Luna Llena.
Aquella mañana de septiembre recordaba al mejor de los amaneceres de Huelva. Por el Conquero, bajo un azul cielo hermoso y con el mirador de la ría cómo lienzo, se dibujaba sobre el horizonte la carroza de plata. No eran campanilleros ni los sones del rachear de los costaleros, eran las campanillas de los mulos, la voz del carrero, las gaitas y los tamboriles. Y la Huelva romera que como una exhalación seguía a la carroza de plata que cerraba la comitiva de guiones y varas que iban significando que el alma rociera del onubense se iba acercando a la hermosa ermita, al devoto santuario. Y entre la arboleda se divisaba, como poco a poco el verde Simpecado en su custodia tirada de mulos se acercaba a postrarse, un año más y con sus mejores galas, a los pies de la entrañable y colombina Virgen Chiquita.
Cinta y Rocío. Rocío y Cinta. Qué dos hermosas advocaciones que mantienen el corazón del onubense fundido parte a parte. Y entre repique de campanas un clamor. Ya se acerca. Ya está aquí. El pequeño Pastorcito hoy desnudito y calzando sandalias de plata no pestañeaba y contemplaba con fervor cómo se inundaba su blanca casa de cinteros y romeros, de onubenses y rocieros. No se cabe en la explanada ni en el patio de los capellanes. Y la Virgen Chiquita recibe en su Cinta de amor al verde Simpecado de las devociones centenarias. Y de repente: el silencio.
Y un «Vengo a Ti» que encoge el alma y tararea el público allí presente, vuelve a indicar como el coro, nuestro coro, vuelve a embelesar el aire y a enmudecer las miradas. Ese coro que cuando da sus notas de voz al compás de flautas y guitarras roba los corazones de los presentes para postrarlos por medios de plegarias ante nuestras amorosas madres. De tanto quererte Cinta, de tanto amarte Rocío. Y una vez más las voces se endulzan cómo el aroma de los nardos en una mágica mañana de septiembre bajo el cielo azul de la Huelva rociera y cintera.
Pedro Lastra (componente del coro)